COSAS DE LA SUERTE

Àlvaro Antonio Claro Claro

Mi esposa, dedicada a apoyar el tema de la educación ambiental en varias instituciones de la zona metropolitana de Cúcuta, como a muchos educadores en tiempos de pandemia, ha tenido que ingeniarse mil cosas para mantener la atención de niños y jóvenes que reciben sus clases a través de plataformas virtuales. El juego ha sido la mejor estrategia para lograr llegar con los contenidos a través de aplicaciones que afortunadamente facilitan el trabajo. En este acuartelamiento obligado, terminé involucrado, apoyando estos procesos y reviviendo un concurso que fue famoso en la televisión a blanco y negro de los años setenta y del que muchos conservamos los mejores recuerdos.

En esos años setenta, la mayoría de jóvenes de provincia terminábamos bachillerato y elegíamos la capital del país como la mejor opción para trabajar o adelantar estudios.

Con una pequeña maleta, llena más de ilusiones que de ropas para el frio, llegué una mañana de lluvia a Bogotá. La realidad de la ciudad me cayó con todo su peso cuando al otro lado del teléfono, el familiar que me ofreció hospedaje me advierte que no hay quien pueda salir a recogerme.

-Mijo pregunte por un bus que pasa por la calle sesenta y ocho, que diga Ferias los álamos; se baja en la cuadra donde está un edificio de la empresa de teléfonos; todo el mundo lo conoce…vaya preguntando por la dirección en el camino, nuestra casa está solo a unas cuadras.

Así llegué a mi futura residencia después de caminar bajo una interminable llovizna casi una hora tratando de ubicar la dirección de la casa y helado hasta los huesos. Conocí a Bogotá como vendedor puerta a puerta de aspiradoras, alfombras y cajas fuertes. Fue una experiencia que me dejó muy claro que mi futuro no estaba en el ramo de las ventas. No hacía ni para el transporte.

A los seis meses ingresé al SENA a estudiar una tecnología, en el Centro Nacional de Metalmecánica, ubicado en la carrera treinta sur; implicaba atravesar la ciudad cuatro veces al día. La ventaja, además de ser este centro de formación uno de los más avanzados en tecnología del país en ese momento, era la gratuidad del servicio de educación, del transporte, la recreación y del servicio de salud. Además, si la suerte te daba una mano, podías también recibir un patrocinio de alguna empresa del sector, lo que significaba un gran alivio en esos tiempos de estrechez económica.

Era la primera semana de estudios, en uno de los momentos de descanso, un compañero de clase me comenta que necesita solicitar permiso para salir más temprano en la tarde pues debe ir al centro para inscribirse en un programa de televisión.

- ¿Cómo, usted ha estado en la televisión alguna vez? Pregunto incrédulo con mi cara de montañero imposible de disimular.

- Pues vea chino, me responde Nemesio, con pose de sobrado, he estado dos veces en producciones JES. Ellos hacen el mejor programa de concurso que se puede ver los sábados por la noche en la televisión. Si quiere pida permiso y lo llevo para que conozca.

Así de esta manera, terminé camino a las oficinas de la programadora donde se grababa el programa que en ese tiempo ponía a las familias del país a participar como si estuvieran dentro del estudio; se podría afirmar que estos fueron los inicios de los programas interactivos a los que apunta la televisión digital de nuestro tiempo. 

Vea hermano, acá es donde graban el programa “Concéntrese”, señala mi compañero apenas llegamos a la calle 22 entre avenidas seis y siete, deseo participar como concursante algún día en el programa, por eso vengo todas las semanas a inscribirme; pilas, a lo mejor nos encontramos con algún artista famoso pues acá también graban “Espectaculares JES”, hace unos seis meses tuve la fortuna de ver a Héctor Lavoe en esta misma calle.

-Como que este carajo me salió medio mentiroso-, lo de entrar al programa debe ser también pura carreta, pensaba mientras entrabamos a unas modernas oficinas.

Buenas tardes, saluda mi amigo a una elegante secretaria que nos recibe con una amplia sonrisa cuando nos acercamos a su escritorio.

-Vengo a inscribirme para el programa de esta semana anuncia con seguridad Nemesio.

Tienen suerte pues estamos por cerrar el cupo de inscritos, comenta acuciosa la señorita mientras registra en una planilla el nombre, identificación, actividad y el número de teléfono de la residencia de mi amigo; luego levanta la mirada y me señala con el lapicero: joven, queda el último cupo, ¿Quiere registrar sus datos? Miro a los lados para comprobar hay alguien más, entiendo que la cosa es conmigo al no ver a nadie cerca, pero mi interés del momento era apreciar las fotografías que se encontraban colgadas en la pared de la oficina. Mi compañero de clase percibe mi distracción y con la mano hace una señal para que busque mi cédula y la entregue; con algo de desgano atiendo la solicitud y continúo con la atención fija en la fotografía de un equipo de futbol, en ella aparecían los artistas de televisión más famosos del momento. Ya sabía, por los mismos noticieros del medio, que este era un equipo organizado con el propósito de realizar obras sociales en diferentes lugares del país; recordé en ese momento que dicho equipo “Estrellas de la Televisión”, había estado en Ocaña el año anterior. Jugaron un gran partido con la selección de fútbol de Ocaña en la cancha “La Primavera” y en la noche, en el parque principal, frente a la alcaldía, sus integrantes hicieron un show de humor y música que congregó en pleno a todos los ocañeros; la animación de la velada estuvo a cargo de don Julio E. Sánchez Vanegas, el mismo que dirigía y producía el programa de televisión tan reconocido y estimado por las familias colombianas y que era la razón por la que estábamos en ese momento en su programadora.

Interesado en seguir disfrutando las fotografías del lugar, recibí de la empleada el documento y di los datos solicitados sin mucho interés.

Los favorecidos en el sorteo pueden asistir a la grabación del próximo viernes, nos advierte la funcionaria, entregándonos un desprendible para el sorteo. Estén pendientes de la llamada, reitera la funcionaria mientras archiva unos documentos.

Terminé de esta manera, sin proponérmelo, inscrito y con una remota posibilidad de ingresar a un estudio de televisión. 

Años más tarde, en una venta de libros usados encontré “Historias al Aire” una autobiografía de Julio E. Sánchez Venegas (JES); de su lectura pude saber que este reconocido personaje fue uno de los fundadores del equipo de Futbol “Estrellas de la Televisión” junto con Hernán Castillón y Fernando González Pacheco; otros famosos que integraron el equipo fueron Alfonso Lizarazo, Carlos Benjumea, Franky Linero, El Chinche Ulloa, el Culebro y que su primera madrina fue Consuelo Luzardo.

Al revisar la vida de JES, se encuentra uno con un personaje que transitó todos los peldaños de la radio y la televisión. Tenía un gran sentido del humor, era irreverente, original y alegre lo que lo hizo un triunfador en el medio, siempre pensando en grande; se convirtió en el gran empresario de la comunicación que hizo famosa la frase pronunciada en Grecia, cuando trasmitía el concurso de miss mundo de 1973: “Hoy desde Atenas, mañana desde cualquier parte del mundo”. Reflejaba de esta manera sus aspiraciones en la vida.

Nacido en la tierra de la heroína Policarpa Salavarrieta, Guaduas (Cundinamarca), Termina su bachillerato y como dato curioso entra a estudiar aviación nada menos que en la escuela que dirigía el nortesantandereano y pionero de la aviación colombiana, Camilo Daza. 

En junio de 1954 se inaugura la televisión colombiana desde el despacho del presidente de la Republica, General Gustavo rojas Pinilla; Julio E Sánchez Vanegas fue designado como maestro de ceremonia y pasó a ser una de las primeras caras que aparecieron en la televisión colombiana.

Cuenta el mismo JES, que el gobierno nacional, para popularizar este novedoso sistema de comunicación, importó televisores de 20 pulgadas y los ofreció al público por un valor de $300, financiados a tres años por el Banco Popular.

En ese entonces el gobierno tuvo el propósito de hacer de la televisión un medio cultural y educativo; nombró como director al Dr. Humberto Martínez Salcedo (Famoso santandereano que se destacó en programas de radio y televisión por su humor irreverente cargado de críticas mordaces y de alto contenido político) y a JES como presentador

Lo mejor del teatro, la música y la literatura fueron adaptados para este nuevo medio de comunicación. Con la caída de Rojas Pinilla, la situación personal de JES se vuelve muy delicada y decide viajar a México donde trabaja como actor de cine en varias películas y años después hace lo mismo en Hollywood.

En 1967, JES sale favorecido para hacer el programa de concurso “Concéntrese”; el año anterior lo había propuesto en PUNCH y R.T.I. para hacerlo en sociedad, pero lo mandaron al carajo diciendo que ese proyecto era muy malo. Era un concurso nacido de su propio ingenio; un tablero con 30 números movidos manualmente por una modelo, el propósito del juego era que los concursantes organizaran el mayor número de parejas y al final resolvieran un jeroglífico. Recuerda que en los primeros programas él mismo dirigía, montaba, animaba, hacía los jeroglíficos, y vendía la publicidad. Después contrato al profesor José de Recasens (Antropólogo, historiador y un estudioso de la ciencia y la tecnología avanzada, fue uno de los fundadores de la Facultad de Filosofía y catedrático de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional) para que le dibujara los jeroglíficos. El programa estuvo al aire hasta el año 2000.

Con el pasar de los años, la PRODUCCIONES JES se convirtió en una de las grandes empresas de la televisión y del espectáculo. La trasmisión de “Miss Universo” y la entrega de los premios “Oscar” de la Academia de Artes y de las ciencias cinematográficas permitieron el paso de grandes artistas internacionales y líderes mundiales por las cámaras de esta programadora.

El miércoles, al regresar a casa, agotado de mi primer taller de metalurgia, paso directo al cuarto con el ánimo de descansar; al minuto se asoma la esposa de mi primo y con cara de burla me informa que recibió una llamada de p r o d u c c i o n e s J E S –así, deletreando cada sílaba y con énfasis en el nombre de la programadora- para que te presentes al programa “Concéntrese” que se graba el próximo viernes, que lleves saco y corbata pues de lo contrario no te dejan entrar… para mí que me estaban mamando gallo sentenció cuando se retiró del lugar.

Yo fui el más sorprendido con la llamada, pues daba por sentado que esos programas tenían su manejo y que había que estar muy bien recomendado para poder ingresar. Por supuesto, no había comentado a nadie en casa de la imprevista inscripción días antes. Busqué prestado el vestido y allí estaba el viernes, de nuevo en el centro de Bogotá, ansioso de conocer el extraño mundo de la televisión. La misma secretaria me recibió, verificó en la planilla los datos, tachó mi nombre y me entregó un pase con el número 57.

- Al inicio del programa con el número que aparece en este ficho seleccionan a los dos concursantes, asegúrelo, no lo vaya a perder, me advierte y me acompaña hasta el lugar donde se encuentra el estudio de grabación. En veinte minutos empiezan, suerte le deseo. 

Un amplio salón con una gradería metálica permitía acomodar unas cien personas, un set con dos cabinas aisladas para los concursantes, el tablero para jugar y una larga mesa donde se exhibían 15 premios que los patrocinadores donaban para los concursantes fue lo primero que pude apreciar mientras un auxiliar me señalaba el lugar que debía ocupar en la tribuna.

Tres técnicos organizaban cámaras y cuadraban luces con cierta prisa pues ya JES hacía señas de querer iniciar…yo no perdía detalle, quería disfrutar esa nueva experiencia al máximo. Previo a la grabación, el coordinador agradece la asistencia y manifiesta que para lograr un buen programa es necesario que el público atienda algunas recomendaciones; básicamente era mantener una actitud alegre y entusiasta en todo momento, evitar hacer señales o hablar intentando ayudar a los concursantes y por último, sugiere que para hacer más dinámico el programa, quienes salgan elegidos como concursantes procuren abrir nuevos números cada vez que corresponda su turno.

La música de fondo indica el inicio de la grabación, con el saludo de JES a los televidentes solicita al delegado de Juegos Rifas y Espectáculos la autorización para hacer el sorteo de los concursantes. De una bolsa que contiene las balotas con el número asignado a cada uno a los asistentes, la modelo extrae la primera balota y en voz alta canta el número once.

Una bella señorita se levanta de la última fila con la mano al aire para indicar con entusiasmo que es la persona seleccionada. ¡Y ahora nos vamos con el segundo afortunado de hoy!, anuncia el director y le solicita a la modelo que saque una balota más… 

¡El número cincuenta y siete es nuestro segundo concursante!, anuncia JES mostrando la balota a las cámaras. 

Un ligero escalofrió recorrió mi espalda y el corazón se quería salir del pecho. Tenía el número en el bolsillo del saco y no sabía si mostrarlo o no; la idea de participar como concursante en un programa de televisión me generaba un susto del demonio. Sin saber de donde saque la fuerza, estaba de pie con el numeró en la mano para indicar que yo era el favorecido. El desarrollo del programa no logró mejorar mi estado emocional. 

Me dediqué a abrir números al azar atendiendo la recomendación del coordinador sin lograr la concentración que el juego exigía; había armado tres parejas por pura casualidad y mi contrincante ya llevaba ocho parejas.

La cara de preocupación de Don Julio era evidente.
-A ver Claro, como su apellido… ¡Concéntrese para que no se le olvide! –Era casi una súplica del animador-, pienso que en ese momento la fortuna intervino para acomodar el resultado final del concurso, pues cuando parecía que habría una derrota aplastante, mi adversaria pide un número y le sale el temido “Ceda el turno”, me corresponde armar las tres últimas parejas que faltaban por descubrir y de paso resolver el jeroglífico lo que ayudó a que esta experiencia tuviera un desenlace algo decoroso. 

Seis premios en especie y unos cuantos pesos extra en el bolsillo, que bastante falta me hacían en el momento, me devolvieron la paz interior

 Vale la pena comentar que en La Playa de Belén, al momento de la emisión del programa nadie estaba enterado de mi debut en la televisión. La hora coincidía con la misa del sábado a la que mi familia acostumbraba asistir. Mi padrino era uno de los pocos playeros que sólo iba a misa los domingos; estaba en su casa con el televisor encendido cuando empezó el programa “CONCENTRESE” y apenas vio que yo sería uno de los concursantes, salió volado por el parque, entró a la iglesia y se fue directo hasta la banca donde estaban mis papás y mis hermanos.

- Bastante fatigado, dijo en voz baja: apuren que Álvaro está en la televisión. Mamá muy sorprendida le hace una señal a papá para que salgan de inmediato, luego mis hermanos hacen lo mismo sin entender que pasa; Tío Gerardo, que se encontraba en una banca de atrás, preocupado por la inesperada retirada de la familia a mitad de misa, pregunta que sucede.

- Álvaro está en un programa de televisión y vamos a verlo, susurra papá mientras trata de dar alcance a mi mamá. En pocos minutos la noticia se fue regando como pólvora entre los que estaban en la iglesia y mucha gente hizo lo mismo que mi familia. El padre Elías redujo el sermón y agilizó el resto de la ceremonia pues sentía que algo extraño pasaba con la salida temprana de sus fieles. A la hora de la comunión no quedaban más de quince personas dentro de templo. Un monaguillo se encargó de comentar la novedad y también apuraron para ver algo del programa.

Ese fue uno de los primeros osos de mi vida, pero una experiencia que 45 años después vuelvo a revivir al apoyar los talleres que organiza mi señora dirigidos a estas nuevas generaciones que necesitan mucha motivación para que cuiden y protejan nuestro ambiente.

Imágenes del programa Concentrese recuperadas de Internet